viernes, 29 de junio de 2012

NOTAS - ERNEST HEMINGWAY



 ERNEST HEMINGWAY

      La palabra medida, justa y ajustada. Un bárbaro (un aventurero) en los delicados salones de la literatura de salón. Un tahúr, que rompe las reglas, y que finalmente se conquista a la muchacha, que grita y patalea y lo insulta y lo besa y lo escupe y lo araña y lo adora y lo odia con cólera y cariño.
    
      Hemingway: para nadie más adecuado el calificativo de maestro. Si bien él no hubiera sido sin el cine (y, por supuesto, sin Jack London), buena parte de la literatura de este siglo no hubiera sido como es sin él. Él, que seguramente hubiera sido de todos modos. Lo central (si ustedes quieren: lo marginal) viene con uno como el color de los ojos o la forma de la nariz.
    
     El antiliterato por excelencia es el más literato de los escritores modernos.

     Aunque todo lo que escribió lleva su sello, los diálogos y los cuentos son su cima.

     Sus cuentos suman poco más de cincuenta. Monótonos y exactos como un reloj, saben también fallar a tiempo. La primera palabra que me viene a la boca es rigor. Uno de sus cuentos más nombrados, quizás el más famoso de todos, es ese modelo de modelos: "Los asesinos". Claro, siempre que no contemos entre sus cuentos a "El viejo y el mar".

     Como Kafka, como Joyce, como Proust, como Beckett, como Borges, como Faulkner, como pocos y tantos más, los cuentos de Hemingway son una experiencia necesaria. Sobre todo (sobre todo) para quien aspire a escritor. 


constantino mpolás andreadis 

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