lunes, 10 de octubre de 2011

NOTAS - ABSALÓN, ABSALÓN - WILLIAM FAULKNER

"ABSALON, ABSALON!" DE WILLIAM FAULKNER

William Faulkner es la sombra que aclara y oscurece la obra muchas veces impar de algunos de los más grandes escritores latinoamericanos de nuestros días.
La raíz es el árbol? Dejemos estas preguntas para un inocente mañana.
La prosa escrupulosamente enrevesada de "Absalón, Absalón!" alcanza la cima de la llanura en las "Palmeras salvajes" y el prodigio de un silvestre cactus en "Luz de agosto".
A Vargas Llosa lo salvó Manuel Puig. A García Márquez el inefable Cervantes. Juan Carlos Onetti fue derrotado por William Faulkner. Derrotas y victorias que son fantasmas distraídos que si tropiezan con los muebles también se asustan ante los espejos que no los reflejan.
Un largo monólogo que es un río que se enreda en el ovillo de sus afluentes es esta novela que es una cabellera que una muchacha desnuda interminablemente cepilla con indolencia de diosa.
La prosa busca su perfección cuando la encuentra: siempre beligerante, su serenidad es la de la luna.
No busquemos en esta prosa la perfección sino el olvido de su simulacro. No hay arte sin parte ni todo al que no le falte todo para ser todo.
Leer a Faulkner es descubrir a Shakespeare, pero para leer a Faulkner no es necesario haber leído a Shakespeare. No sólo no es necesario sino que es inevitable leer a Shakespeare para comprender a Faulkner. Porque para comprender a Faulkner hay que leer a Shakespeare pero también a Homero. Lo que estoy queriendo decirles es que a Shakespeare y a Homero para leerlos antes hay que leerlos después.
Conformarse con "Absalón, Absalón!" es como renunciar a la literatura que ya está toda entera en "Absalón, Absalón!".

constantino mpolás andreadis

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