ISMAEL
por fin tomó el camino que lo llevaba a la ballena
cuando sintió que el camino era un río:
no un mar
sino un río
donde la ballena sonreía
(se sonreía
le sonreía)
como invitándolo a huir
hasta ser el fantasma de esa huida que lo llevaba a él:
como si él fuera ahora el camino:
ese camino que lo llevaba a ella
que ahora
y por ella
era él
reflejado en el fantasma de la ballena
como si ella fuera ahora un arpón
y ese arpón
que también ahora no era otro que él
se clavara en su pecho hasta encontrarlo y perderlo
y volver a encontrarlo
y volver a perderlo
así como el camino se perdía
en ese fantasma que lo miraba con los mil ojos de la ballena
que ahora no sólo lo narraba
sino que lo empezaba de nuevo
como si el pañuelo con que se secaba el ahora torrencial sudor
no fuera la gaviota que era sino el mar:
el mar
ese otro río
ese río que corría indiferente como una espada muerta
20-4-2025
constantino mpolás andreadis