jueves, 22 de mayo de 2025


(MANOS QUE ME SOSTIENEN)


MARTES, 21 DE MARZO DE 2017


El palabrero andarín - 3 de septiembre de 2016

Insisto, desde hace mucho insisto:
"Constantino es un caso único en la poesía argentina de los últimos treinta años...uno de los poetas que más quiero...un Giannuzzi, un Gelman, un Carrera, un Lamborghini, un Mpolás".

ESTEBAN PEICOVICH



(MANOS QUE ME SOSTIENEN)


Crónicas del Olvido

Constantino Mpolás Andreadis:

UN POETA DE SÍ O NO Y MUCHO MÁS


1.-

Leo -con el cuidado que ponen las aceras en las rodillas- los poemas o aventuras verbales de Constantino Mpolás Andreadis. Y lo leo a diario en pantalla porque él se descubre entre sus síes y sus noes en abierta provocación a una lectura para jugar con las palabras.

Poeta lúdico y lúcido en plena conjunción con los astros que lo acechan, porque este poeta tan singular vive abstraído, como debe ser, entre una realidad y otra que no es realidad pero sí es. Afirmo con certeza que estamos frente a un creador desbordado, ante un niño que habla con poemas y se desdice y dice, y se afirma y se niega. Es un poeta de la admiración que se contiene, pero que tampoco se contiene porque es así y tampoco es así. Es él. Y cuando le dan las ganas, no es.

Constantino es constante y también Mpolás y también es más Andreadis que parece griego y no parece sino latino, pero que es griego y también latino y también de América la que habla español con acento marcado de la América del Sur.

Ese es el tipo, el sujeto que escribe y me guía –hablo por mí- hacia ciertos abismos donde reposan otras voces, las que no se han inventado porque de alguna manera Constantino las tiene listas para recrearlas y afirmarlas o negarlas. Es decir, ya las inventó y no lo sabíamos. Al menos yo no lo sabía y ahora sí.


2.-

¿Qué puedo decir de una poesía que es poesía? ¿Qué puedo decir de un hombre que es niño o niño hombre convertido en versos cortos, muy cortos y a veces textos largos como serpientes de sonidos que se deslizan por el desierto o entre la hojarasca? ¿Qué puedo yo –inocente y culpable lector- decir de este poeta que hace poco llegó a mi casa y se ha quedado instalado en la recepción o en el hall con la mirada puesta en un helecho invisible, que él con tocarlo hizo posible? ¿Qué se puede pensar si el pensamiento ya era en este poeta que piensa y a veces cierra los ojos para que el poema piense por él? Nada, no se puede decir nada. Y se puede y debe decir mucho, muchísimo. Entonces digo. Y seguiré, a continuación, diciendo.

3.-

Deseo comenzar con este texto –el número 40, porque él los enumera- que desnuda a mucha gente:


“A OCTAVIO PAZ:

comentar un poema

no es sólo

otro poema

sino que es

por ese otro

el mismo

poema

reflejado en un espejo

que no es más

que un reflejo

de todos

los poemas

y así

de cada uno”.


Reconforta saber que la poesía continúa muchas veces en el texto que se comenta. O es comentado. Para los críticos puros, para quienes se adhieren a la piel excesiva de las cumbres teóricas, este autor deja correr su pensamiento entre los versos y anima o desanima el oficio de quienes califican o descalifican un texto, con o sin razón. Y a veces con mucha o poca razón, lo cual podría ser un sí o un no. Y hasta mucho más.

El número 59, con el cognomento de “Poemas de un día como tantos”, fue titulado

“FINNEGANS WAKE:

un libro escrito/ para no ser leído/ un libro clásico/ inclasificable/ perdido/ entre sus páginas/ como un dios/ en el laberinto// de su creación/ él mismo/ creado/ por su creación// un dios/ un hombre/ que lo que tiene/ de hombre// es lo que tiene de mujer/ y de/ dios”.


Una breve “crítica”. Una negación y una afirmación. Joyce se ve en el espejo y se borra. Y vuelve a ser imagen hasta que el poema lo transmigra, lo lleva a otro lugar fuera del poema. O el poema lo hace poema. Y así.

4.-

Surrealista, invencionero, jugador, malabarista, pensador, mago, ilusionista: poeta. Ese es y no es hasta que él mismo lo diga: Constantino Mpolás Andreadis.

Que lo afirme o lo reafirme este


"NO HAY HERIDA"

no hay herida como un árbol o un sueño

o como sin estrellas ni sombrero

un barrilete roto o una miga de pan

de esas manos


musas o mañanas nacerá

este momento que ya es éste

porque es aquél cuyas raíces duran

si más allá del árbol más allá de ellas


y qué sueño o mirada hacia ese mundo

se abrirá como espejo que comienza

para decir las calles y los días


las noches y el milagro de tus ojos

donde me miro y me veo para verte

no sólo en vos sino por vos en todo”.

5.-

El reflejo, poema que se ve en el rostro de quien lo lee. La otredad, el que no es y es. La alteridad, el otro alterado, el que sí es pero duda. O se define como un contrario o un igual.

El número 54 de este autor argentino le añade al costillar del principio estos sonidos:


“uno/ sólo es en el otro/ y ese otro en dos/ y ese dos en ninguno// salir de uno/ es entrar en uno/ y así ser dos/ es decir ser el otro// ese otro/ que es ninguno/ y que hace// que uno sea uno/ y no dos/ y no ninguno”.


En homenaje a Yorgos Seferis el poeta se sumerge en la metáfora de la desnudez:


“una mujer desnuda es una mujer de agua

agua en el agua

la mujer es piedra

su desnudez la viste


como su sombra al árbol


velada

por su desnudez

la mujer es hermosa

como un caballo


una mujer desnuda es como una hojita en un árbol”.


Y desde la altura del anterior se allega a


“HAY QUE LEER RUSO:

hay que leer ruso

para leer a Pushkin:

si

hay que leer ruso

pero en español o en noruego:

de otra manera

sería imposible

leer a Pushkin

en ruso”.


A veces el vértigo se hace del lector. El poema se consagra en él mismo. Autopoema, cobertura del mismo texto: el texto como tal, el poema. Sí y no. O mucho más allá del poema, el poema mismo.


“EL ORIGEN DEL POEMA:

el origen del poema

es el poema:

hacia él

es que el poema empieza:

no recomienza

comienza:

y eso

es el poema:

ese incesante empezar

es todo

el poema:

no lo empieces ya más

que así es la rosa:

su corazón

y su razón

su raza

y su lengua:

nuestra lengua”.


Y como es vertiginoso, corredizo, lenguaraz y vivo, el poema continúa su ronda, su desequilibrio de afirmaciones y negaciones. El poema es un ser orgánico, habla por sí mismo y desde él. Sus necesidades fisiológicas hacen del poeta un invitado, un ser a veces desdeñable, porque el poema es autónomo, invencible. Él por sí mismo, desde él mismo.


Leamos


“LA TRAMA:

La trama/ como espejo/ donde la prosa/ se refleja// rompiéndolo/ una y mil veces/ hasta dejarlo/ intacto// por lo menos/ tan intacto/ como cada uno// de/ sus/ pedazos”.


Uno y múltiple, el poema se calcula matemáticamente impuro. Se canta y se silencia. Se celebra y se olvida para luego recordarlo en medio de la amnesia.

Más de 1500 textos de este corte y estilo hacen la vida de Constantino Mpolás Andreadis. En prosa y en verso. En verso y en prosa. Crítica críptica del poema. El poema cerrado y abierto. El sí como un no y el no como afirmación de lo imposible. Y el mismo poema como una posibilidad.

Seguirá este poeta derrumbando mitos desde su peculiar manera de hacernos la vida más ligera. Menos abrupta, menos brutal. Una poesía que se degusta como una golosina, dulce o amarga. Sí y no. O mucho más.


11-2-2017


 ALBERTO HERNÁNDEZ

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