HISTORIA DE LA LITERATURA
era como si lo escuchara:
no, no lo miraba:
escribía
o hacía que escribía
sobre un papel invisible
palabras (¿dibujos?) que tampoco se podían ver:
claro que el otro
seguía hablando
le seguía hablando:
cuando, por fin, dejó de hablar
no sólo
siguió hablando
sino que se calló
tan de repente
que el que escribía
o hacía que escribía
(¿o dibujaba?)
pegó un salto:
se cayó de la silla
(doblemente importante)
como si fuera
un hombre como el otro
ni más ni menos
que un hombre como el otro:
la historia sigue
esta historia sigue
y si es por eso
que también la abandono
no es ni siquiera por cortesía hacia el posible
lector
no, no sé por qué lo hago
sencillamente, lo hago
dejo de contarles esta historia que les sigo
contando
como si fuera yo
el que ahora se cae de la silla
(triplemente importante)
y es así
como me igualo con vos
con esos
dos hombres
que ahora
son infinitos
y no sólo dejo de escribir lo que sigo
escribiendo
sino que tampoco lo leo:
lo que hago
es lo que hago
lo que estoy haciendo
lo que sigo haciendo:
escribir
seguir escribiendo
esta historia
que acabo de contarles
9-3-2021
constantino mpolás andreadis
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