esa luz o pezuña
qué ley no la detiene
no la nombra o corrige
no se rompe como así no se redime
a qué sombra de ahora su feliz
su feroz vacilante eternidad
el tigre de sus pasos
la voz de sus espejos
cómo entonces correr de tan inmóvil
y salir para entrar en la caída
esa ascensión o piedra que se arroja
ella misma a su mar o entonces río
piedra en la piedra qué cielo no la dice
hombre en el hombre qué mujer no es
el agua que nos bebe
14-4-2020
constantino mpolás andreadis
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