cada palabra arrojada como un dado
en el tapete de la página
como una cicatriz o una herida
como un violoncelo o un color
como si el azar fuera su único destino
y al mudarse las unas en las otras
dibujaran un mundo detenido
que el blanco de la página hace que gire como el mundo
y ese mundo o arado de palabras
va dejando sus huellas como surcos o manos
como si las estrellas fueran uñas o dedos
y el cielo una moneda o un bolsillo
y el mundo entonces un puñado de dados
que ruedan como palabras hasta quedar inmóviles
como ese mundo que gira y que al girar se inventa
como si fuera él el sentido que las palabras no
tienen
14-5-2009
constantino mpolás andreadis
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