sábado, 23 de abril de 2011

NOTAS - ESTEBAN PEICOVICH


“POEMAS PLAGIADOS” DE ESTEBAN PEICOVICH

Otra vez, y por primera vez, Marcel Duchamp. Otra vez, y por primera vez, Nicanor Parra. Y otra vez, y por primera vez, Esteban Peicovich.

El poema es un adiós que es una bienvenida. Una última vez que es una primera vez. También en el poema nunca segundas partes fueron buenas. Pero lo que el poema nos dice no es otra cosa que esto: en el poema la primera vez es la segunda vez y la última vez es la primera.

Esteban Peicovich es un muchacho de Buenos Aires que es un muchacho de Berisso. No sólo es el inventor de la palabra sino que es el hijo de todas las palabras y ni siquiera el padre de las suyas. Para mí (pido disculpas por citarme) es el mejor poeta argentino. Ya sé que la verdad no la tiene nadie sino cada uno. Y cuando digo cada uno lo que estoy diciendo es todos. Y si cuando digo todos lo que estoy diciendo es la inmensa minoría, cuando hablo de la inmensa minoría a lo que me refiero es a uno. No sólo a mí sino sobre todo a vos. A ese inmenso vos que si es cada uno, por vos no es otro que ese inmenso otro que por él sos vos. Esta larga querella de palabras a lo que apunta es a invitarte a leerlo. A leer sus poemas plagiados y sus otros poemas. A leer a Esteban Peicovich como debe leerse todo poeta como él. Como ese poeta único que es él.

Para entender estos juicios hay que leerlo. Para entender por qué el que escribe no ha perdido el juicio aunque sí el Paraíso no sólo hay que leerlo sino que hay que afrontar la prueba de olvidarlo. Los poetas no sólo son inolvidables sino que para que sean inolvidables lo que hay que hacer es olvidarlos. Vayan y lean.

Hoy, ahora, mañana y siempre pero siempre a punto de un pasado infinito, estoy leyendo, estuve leyendo porque lo leo ahora, recién ahora que como siempre es mañana no sólo porque se lo espere sino porque ya pasó, estoy leyendo, estaré leyendo, no me molesten, por favor, que estoy leyendo, “Poemas plagiados”, los poemas que Esteban Peicovich nos regala no sólo porque no son suyos sino porque si no son nuestros es porque la poesía continúa pero el poema sos vos. Eso es lo que nos dice Peicovich: el Paraíso son los otros porque el poema sos vos.

La palabra más extenuantemente pura de la poesía argentina. La palabra más temblorosamente pura de la poesía argelina y de Polonia. La palabra más Buenos Aires porque más París. La palabra más saludable por saludadora e imprevista. La palabra más espejo mágico y más Alicia. La palabra más común y original de la poesía del mundo.

Yo me saco el sombrero ante estos versos. Y con el sombrero la peluca. Y con la peluca la cabeza. Y con la cabeza el corazón. Sí, yo me saco el corazón y se lo entrego: estos versos no sólo hay que leerlos antes de nacer sino después de muertos. Con estos versos, no sólo la poesía, con estos versos, en estos versos, la vida continúa y la realidad es posible.

Este libro no es una cima ni un cimiento: este libro es un acontecimiento. Hola, Dadá. Hola, Peicovich.

constantino mpolás andreadis

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